Los primeros sacerdotes.
Desde los comienzos de la conquista, junto al hombre de armas venia el sacerdote, dispuesto a convertir a los indios y a iniciarlos en la civilización cristiana.
Con ello satisfacía el fin espiritual de la conquista, cual fue la incorporación de los infieles a las huestes de Cristo. En el clero, por lo demás, hallaron los naturales sus más activos defensores contra la codicia de muchos encomenderos.
Los primeros sacerdotes que se radicaron en chile vinieron con Pedro de valdivia: diez mercedarios y tres clérigos, de los cuales Rodrigo González de Maromeo seria el primer obispo de Santiago.
En los primeros tiempos, los sacerdotes fueron capellanes de ejercito, que en mas de una oportunidad se vieron obligados a participar en los combates. Luego se dedicaron a servir de doctrineros, es decir, a convertir a los indios sometidos. Otros fueron misioneros en tierras de Arauco
En el siglo XVI se establecieron en chile las primeras comunidades religiosas, las cuales fundaron casas o conventos en todas las ciudades.
Los primeros obispados. En 1561, el pontificie romano creó la diócesis del nuevo extremo, como sufraganea de la lima. Estuvo integrada por el territorio desde el desierto de Atacama al sur, mas las religiones de Tucumán y cuyo. Su primer obispo fue el ya mencionado González de Maromeo.
La desmesurada extensión de esta diócesis determino la segregación de Tucumán (1570) y la creación de la diócesis de la imperial (1564).
Los comienzos de la vida intelectual.
Durante los primeros años de la conquista la única preocupación efectiva de los españoles fue la guerra. No hubo libros ni escuelas y el papel escaseo en tal forma que Ercilla tuvo que escribir muchas estrofas de la Araucana sobre tiras de cuero o simples pedazos de papel. Hubo años en que careció de papel hasta para las actas del cabildo de Santiago.
Poco más tarde, con la instalación de las primeras comunidades religiosas principia un rudimento de vida cultural y de enseñanza.
Junto con crecer la población aparecieron los primeros maestros, españoles desterrados del Perú a raíz de las guerras civiles.
El cabildo de la capital, por su parte, se preocupó desde un comienzo de la enseñanza de las primeras letras, autorizando a algunos sujetos para ejercer de maestros de enseñar niños, previa exigencia de idoneidad, de buenas costumbres y de un arancel.
Los jóvenes capaces y pudientes eran enviados a estudiar a Lima, como es el caso del poeta criollo Pedro de Oña, los virreyes, por su parte, comenzaron a conceder becas en Lima a los hijos de los conquistadores de chile.
La literatura.
Nuestra literatura comienza por el poema épico, único género apropiado a aquellos tiempos en que se escribía “la pluma ora en la mano, ora la lanza”.
2.“ Arauco Domado”. Ercilla tuvo un imitador en el poeta chileno Pedro de Oña (1570- 1643). Era hijo de un capitán español que fue muerto por los mapuches en la guerra de arauco y nació al fragor de los combates en la cuidad de Angol. Sus primeros años los pasó en chile, hasta que, agraciado con una beca por el entonces virrey don García Hurtado de Mendoza, ingreso a la Universidad de San Marcos de Lima, donde se gradúo de licenciado en leyes.
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