LA IGLESIA:
Se ha dicho, y no sin razón, que “ el predominio de los jesuitas en los dos primeros tercios del siglo XVIII, aplastó a la iglesia y a las órdenes religiosas”. Los obispos fueron sacerdotes cuerdos, apostólicos y virtuosos, que generalmente se inspiraron en los principios de la compañía de Jesús, cuyo lema era evitar dificultades. De ellos, los más notables fueron Alonso del Pozo y Silvia y Manuel Alday, ambos chilenos.
LA EDUCACIÓN:
La instrucción primaria.
Esta rama mereció ahora mayor atención de parte de las comunidades religiosas y de los cabildos.
Las escuelas primarias parroquiales y la de los cabildos eran publicas y gratuitas para los pobres. Los maestros no eran siempre los párrocos, pues los laicos también eran admitidos en la enseñanza.
La enseñanza secundaria.
LA LITERATURA:
Durante el siglo XVIII, decae el interés por los temas relacionados con la guerra de Arauco: la poesía épica y la antigua crónica guerrera ceden el campo a las descripciones histórico- geográficas, destinadas a dar a conocer al país en el viejo mundo y publicadas por algunos jesuitas expulsos, en todos los cuales alienta un profundo amor al terruño. Fueron los padres Olivares, Vidaurre y Molina, que escribieron en el destierro.
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